La limpieza criogénica es una técnica que utiliza el hielo seco y sus propiedades físicas para desprender instantáneamente la suciedad, grasa o contaminantes de cualquier superficie.
Se realiza proyectando hielo seco directamente sobre la superficie a limpiar.
El hielo seco se produce en pequeñas pastillas (pellets) de 3mm que se trituran hasta obtener un polvo mediante un dispositivo llamado "blaster", acoplado a un compresor de aire comprimido para permitir su proyección a alta velocidad.
La muy baja temperatura del hielo seco, combinada con su alta velocidad de proyección, permite que al contacto con la suciedad a temperatura ambiente se transforme instantáneamente en gas, creando una mini explosión a nivel microscópico y desprendiendo toda la suciedad, incluidas las grasas. Este proceso se denomina: sublimación.
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Esta solución técnica constituye una alternativa económica y ecológica muy eficaz que ofrece un resultado excepcional en comparación con las soluciones tradicionales.
Las superficies limpiadas quedan perfectamente desengrasadas, sin el menor uso de solventes o desengrasantes.
El hielo seco, al sublimarse al contacto con el soporte, no genera ningún residuo secundario, como ocurre, por ejemplo, en el arenado.
El CO₂ es inerte, no inflamable y no tóxico.
Al no utilizar agua, se eliminan todos los riesgos relacionados con la corrosión o el desarrollo bacteriológico.
La limpieza criogénica no genera ningún efecto abrasivo. Las partículas tienen una dureza de aproximadamente 2 Mohs (comparable a la tiza) de modo que las superficies tratadas no se dañan.